El liderazgo positivo es una habilidad que debe ser tenida en cuenta en el seno de las organizaciones y empresas, dado que repercute de manera directa en mayor productividad y competitividad, favoreciendo las relaciones entre los profesionales.
Los recursos humanos que forman parte de una compañía son personas, y como tal debemos velar por potenciar los vínculos y relaciones positivas en el ámbito del entorno laboral. Los líderes deben encaminarse hacia este objetivo, y saber distinguir los puntos fuertes del capital humano que dispone, proporcionándoles seguridad y confianza, aportando un modelo que potencie la capacidad y aptitudes de los trabajadores. Pero para que esto ocurra, para que el Liderazgo positivo sea efectivo es importante que el líder conozca claramente el rol que debe desempeñar en su puesto y qué es lo que la organización espera de él.
Miguel Ángel Díaz Presidente de la Asociación Nacional de Inteligencia Emocional y profesor en el Master Iberoamericano de Organizaciones Saludables, especialista en liderazgo positivo, destaca que “la figura del líder existe para sacar lo mejor de las personas y preocuparse por cubrir sus necesidades, orientar a los miembros de su equipo, ayudándoles en su desarrollo y eliminando de su camino todos los posibles obstáculos con los que pudiera encontrarse, para que puedan ofrecer su máximo rendimiento”.
Asimismo, en esta línea, Florent Amion, Director de Vygon España -una de las empresas pioneras en esta clase de liderazgo- afirma que “ser un líder dentro de su comunidad laboral es ser una persona en la cual el resto del equipo confía, una persona que cumple con lo que promete, que sabe escuchar y desarrollar a la gente que le rodea, un profesional al servicio de los demás, un faro que ilumina el camino, un puerto seguro”.
El líder llega a influir hasta en un 70% el clima de su equipo, en parte a sus acciones como la gestión de errores, el reparto de cargas de trabajo o la interpretación de la realidad. Su misión es implantar unos sólidos valores profesionales a su equipo. Pero hay que resaltar aquel trabajo que no se realiza de forma unidireccional, sino que el propio clima laboral del equipo puede repercutir hasta en un 30% en la productividad del mismo, concluyendo así a que las habilidades emocionales del líder pueden llegar a depender hasta un 21% de la productividad colectiva. Díaz asegura que “bien gestionado, este rol permite ser como una especie de comodín que aporte a las personas lo que necesiten en cada momento: apoyo, disciplina, cariño, respeto, valoración, empuje, implicación, motivación, etc.”.
En este sentido, las organizaciones deben plantearse a dónde quiere llegar y de qué forma puede alcanzar esos objetivos. Ello determinará de qué forma van a trabajar los líderes. Florent Amion resalta desde su experiencia que “esto permite detectar con mayor facilidad a las personas que la empresa quiere tener como líderes. De forma natural se han erigido líderes del cambio, líderes que saben cómo alcanzar los objetivos”.
El liderazgo, es una capacidad que debe ser estudiada y requiere de aprendizaje con profesionales para de este modo potenciar la mejor y más saludable en la gestión. Miguel Ángel Díaz trabaja con investigaciones y explica que “cada vez sabemos más sobre el cerebro humano, podemos utilizar ese conocimiento para descubrir el impacto que puede tener en una realidad profesional, identificando nuevas formas de llegar a conectar con las personas, detectando sus necesidades y lo que más valoran, para poder ofrecerlo y eliminar barreras en el desempeño de las funciones del empleado”.
De todos estas investigaciones y estudios surge el concepto de Neuroliderazgo, una nueva forma de manejar conceptos como la influencia, la inteligencia emocional, la persuasión, que ayudan a “encontrar nuevas formas de conectar con las personas, de ayudarles a conseguir su mejor versión”.
El neuroliderazgo es una acepción nueva, que consiste en la exploración de lo que ocurre en la fisiología del cerebro de los líderes y su repercusión en comportamientos, interacciones y toma de decisiones en el ámbito laboral.
El objetivo de esta disciplina es favorecer la efectividad de los líderes, teniendo como apoyo los descubrimientos relacionados con la fisiología de la mente y el cerebro. Los procesos que estudia el neuroliderazgo son principalmente:
– Solución de problemas y toma de decisiones.
– Innovación y creatividad.
– Regulación emocional.
– Colaboración e influencia.
– Gestión del cambio.
La neurociencia en la gestión de personas, está permitiendo avanzar no sólo la manera de gestionar una empresa, sino también de relacionarnos entre los seres humanos. Se trata de un cambio de paradigma, cuyos avances se están dando a conocer de forma exponencial. Descubrimientos sobre cómo es nuestro cerebro, sus características, ayudan a comprender las formas de relacionarse en el entorno laboral. Retos a los que los nuevos líderes se enfrentan y que deben tener en cuenta a la hora de extraer el máximo potencial de las personas.
Las herramientas de gestión son fundamentales para los entornos laborales del futuro. En esta línea, hay organizaciones que trabajan, alcanzando sus frutos y recompensas tanto económicas como humanas. Sobre este aspecto, Florent Amion afirma que “las organizaciones que no sepan poner en el centro de sus preocupaciones al ser humano y que solo apunten al beneficio no serán capaces de atraer y retener al talento. Correrán por tanto el riesgo de perder sus ventajas competitivas y de desaparecer a medio plazo. Estamos empezando un camino sin retorno hacia un mundo más equilibrado, más humanista con unas estructuras empresariales más horizontales, menos jerarquizadas, donde la autonomía y el emprendimiento serán la norma”.
Por Dolores Cardona y Carolina Izquierdo
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