El informe realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) bajo el título “El futuro del trabajo que queremos”, en la que han participado expertos economistas, investigadores, representantes de gobierno e interlocutores sociales señala algunos de los puntos clave que serán decisivos en los entornos de trabajo futuros.
Proyección sobre cantidad y calidad del empleo. La automatización y la robotización serán protagonistas en la nueva era digital, marcada por la influencia de las nuevas tecnologías. Existen estudios que determinan que habrá menos empleos globalmente y que los existentes serán de mucha o poca calidad, no habiendo un término intermedio. La rivalidad entre máquina y humano adquiere mayor importancia en la nueva era, ya que va más allá del trabajo físico, abarcando también la capacidad cognitiva, previamente considerada de dominio exclusivo del ser humano.
Asimismo, en el documento se señala que tal vez la innovación y los avances técnicos den paso a una reducción de las horas de trabajo. Contemplando esta premisa, se hace necesario intervenir en el mercado, por lo que se plantean dos alternativas: en primer lugar, gravar los robots y reducir el ritmo de adopción de nuevas tecnologías o para gestionar la transición aplicar un ingreso ciudadano o ingreso básico universal o lo que es lo mismo brindar a todos los ciudadanos una parte del crecimiento de la economía.
Emergencia de nuevas formas de trabajo (economías gig y las basadas en plataformas). La economía digital, la innovación, la inteligencia artificial, la robotización y la impresión en 3D contribuirán a introducir cambios estructurales en sectores y mercados de trabajo, por lo que se redefinirán los tipos de puestos laborales.
La presente revolución industrial, según se recoge en el informe podría ser distinta a las anteriores, dado que el cambio tiene un ritmo más rápido por lo que se dispone de poco tiempo para adoptar medidas preventivas y reaccionar a tiempo, dando lugar estos cambios a un aumento de las desigualdades.
A medida que se automaticen algunas de las tareas esenciales del trabajo se perderán aquellos empleos que impliquen acciones repetitivas. Los empleos rutinarios, constantes y físicos desaparecerán, al igual que la manufactura y trabajos de oficina. Ahora bien, los que requieran trabajos que impliquen tareas complejas y que dependan de capacidades cognitivas elevadas, competencias interpersonales y creativas subsistirán. Los incrementos de productividad aumentarán las horas de ocio, por lo que la demanda de servicios recreativos se elevará. Se prevé además que la calidad del trabajo no mejore forzosamente como consecuencia del cambio tecnológico, sino que seguirá rigiéndose por el carácter competitivo, siempre y cuando los trabajadores estén dispuestos a aceptar salarios lo suficientemente bajos.
El crecimiento de la productividad vendrá marcado por el capital, por lo que la desigualdad aumentará exponencialmente. En este sentido, se deberá de ajustar medidas, tendentes a una gobernanza global, que tenga en cuenta los principios de solidaridad y bienestar social.
Cambios en las competencias: evitar la brecha tecnológica.
Los proveedores de la educación y de la formación tendrán que apostar por potenciar una enseñanza, basada en competencias elevadas, siendo quizás necesario crear incentivos en trabajadores de entre 40 y 50 años, si bien la situación es más compleja a la hora de adquirir nuevas habilidades y adaptarse a nuevos empleos. Se exigirá por tanto que universidades e instituciones de formación técnica profesional se adapten continuamente a la naturaleza cambiante de los empleos.
Organización del trabajo y de la producción.
Una de las primeras consecuencias de fragmentar funciones como las tareas, que en algún momento se gestionaban internamente es que las empresas ejercen control, sin asumir la responsabilidad de las condiciones de trabajo de su red de proveedores situados en distintas ubicaciones. En este sentido, los marcos normativos y jurídicos tendrán que ser revisados para que las empresas puedan tener una globalización y al mismo tiempo cumplir con las obligaciones con los trabajadores. Para ello será necesario centralizar o realinear la responsabilidad de las empresas, o bien, descentralizar el control y la responsabilidad y transferir el poder al ámbito local, siendo necesario para ambas el apoyo de los gobiernos.
Gobernanza del trabajo.
El desafío mayor en este punto es la reducción del impacto de la mercantilización. Es primordial regular las formas atípicas de empleo, lo cual requiere de la adopción de normativa. Se hace necesario evaluar si lo que necesitamos es un sistema de mecanismos nuevos o simplemente redescubrir viejos mecanismos que vinculen trabajo, consumo y bienestar social. En este punto, cabe señalar que jueces, inspectores laborales y de salud, así como institutos de investigación podrán actuar como intermediarios con otros actores para crear soluciones innovadoras.
Sobre esta cuestión, los interlocutores sociales coinciden en que todos los cambios deben de abordarse en el marco de un diálogo social, en el que participen los principales agentes implicados. El estudio concluye que hacer una transición de una relación entre empleador y empleado a una relación más sólida entre ciudadano y Estado también ayudaría a las personas a hacer la transición de un mundo del empleo a un mundo del trabajo.
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