Mires donde mires y leas donde leas, en el día a día de los medios se percibe el creciente interés por parte de todos los sectores de la sociedad, y más de los agentes económicos, para crear un futuro más sostenible.
Sociedad, economía y medio ambiente, junto con la integridad y la ética, conforman el nuevo modelo de desarrollo impulsado por Naciones Unidas en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible aprobada por la Asamblea General en 2015.
La toma de conciencia sobre la necesidad de mejorar la salud del planeta y el bienestar de las generaciones futuras, ha movilizado a la comunidad internacional regulando las actividades para implementar un modelo económico, social y ambiental, alternativo al actual, con foco en la sostenibilidad, en la transparencia y en el largo plazo. Esto no es una moda que viene y se va, sino que es un proceso evolutivo iniciado lentamente años atrás y que ahora, se ha visto afianzado y acelerado por la situación de pandemia por COVID.
Europa, en su búsqueda de posición de liderazgo mundial en sostenibilidad, está llevando a cabo numerosas iniciativas regulatorias en esta materia, vinculadas al new Green Deal y al next generation, cuyo objetivo principal es transformar el modelo productivo actual, dirigiendo la inversión, tanto pública como privada, hacia la consecución de objetivos ambientales, sociales y de gobernanza (los criterios ESG ambientales, sociales y de Gobierno corporativo, de acuerdo a su nomenclatura en inglés) para cumplir con los objetivos marcados en los acuerdos internacionales, entre los que está la agenda 203 para el desarrollo sostenible de naciones unidas.
En esta línea de actuación, el 10 de marzo entra en vigor, con carácter general, el Reglamento (UE) 2019/2088, sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros, lo que va a suponer un gran cambio, no solo para los inversores sino también para las empresas, para poder garantizar productos sostenibles alineados con los altos estándares ESG.
Esta regulación, por un lado contextualiza y clasifica las inversiones sostenibles, y por otro refuerza la transparencia mediante el incremento de las obligaciones de divulgación de información no financiera. Las empresas deberán disponer de políticas y procedimientos de debida diligencia en sostenibilidad, que les permita informar sobre sus resultados no financieros de manera clara y entendible, con métricas basadas en estándares internacionales regulados. Por este motivo, cada vez más los consejeros y los ejecutivos se verán en la necesidad de incluir en sus agendas las cuestiones ESG y de mejorar sus competencias y las de todas las personas de la compañía en materia de sostenibilidad.
Como dijo Ban Ki-moon con ocasión del 20 aniversario de la Cumbre sobre el Desarrollo Social: “Podemos ser la primera generación en acabar con la pobreza global y la última generación en prevenir las peores consecuencias del calentamiento global antes de que sea demasiado tarde”. Nos toca trabajar juntos por la sostenibilidad!
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