El coaching ofrece siete aportaciones relevantes al ámbito de la empresa, según la escuela TISOC Coaching: comunicar de forma efectiva, alinear al equipo con la misión de la empresa, o desarrollar nuestra inteligencia emocional, «son algunos de los aspectos que podemos potenciar en nuestra cultura empresarial» con el uso de esta herramienta de gestión.
Los expertos de TISOC señalan que los procesos de coaching en el entorno empresarial son muy exigentes y a veces no exentos de dificultades. Según Alfredo Diez, Director Ejecutivo de TISOC Corporate: “La formación en coaching es un desafío enorme para organizaciones, directivos, e incluso para los propios formadores. Por un lado, el coach trabaja con una metodología vanguardista y contracultural que no siempre es bienvenida por la empresa; y por otro, al directivo le toca explorar lugares que le pueden provocan dolor o vértigo”.
A pesar de estas dificultades, desde TISOC se insiste en que los beneficios aparejados a este esfuerzo a tres bandas son incuestionables. “Si el proceso ha sido exitoso, el directivo aprenderá o consolidará su manejo de las llamadas siete claves del coaching corporativo, básicas para encaminar a la organización hacia el éxito”, señala Diez.
Las siete claves del coaching corporativo, según TISOC:
1. Alinear la misión personal del trabajador con la misión de la empresa: el respeto por la identidad y la misión personal del trabajador es la base de su motivación. El directivo ha de ser lo suficientemente hábil para que la misión de la empresa sea también la misión personal de cada uno de los integrantes del equipo. Alineando la misión del trabajador con la de la empresa facilita su auto realización.
2. Excelencia en la comunicación: un resultado extraordinario está íntimamente ligado con una comunicación de excelencia. Todos somos conocedores de ello, y sin embargo la comunicación sigue siendo una de las grandes áreas de mejora dentro de la empresa. ¿Cómo dirigirla? El coaching suele dar buenas respuestas y mostrar nuevos caminos.
3. Desarrollo de la Inteligencia Emocional: el directivo debe ser capaz de articular un mensaje que resuene en la realidad emocional del equipo. Debe ser un gestor de dominio humano y constructor del capital emocional grupal.
4. Pensamiento sistémico: esta línea de pensamiento supone un alto nivel de conciencia donde cada integrante de la empresa entiende la consecuencia de su participación. Los resultados empresariales pasan así a depender exclusivamente de cada uno de los trabajadores, al mismo tiempo que se desarrolla un mayor sentido de pertenencia.
5. Aprendizaje continuo: un equipo que aprende a aprender es el que ve los eventos como oportunidades para el desarrollo de habilidades. No se trata de cambiar prácticas, acciones o conductas, sino de cambiar paradigmas.
6. Potenciación de la responsabilidad personal: cuando ejercemos de víctimas estamos trasladando la responsabilidad a otra persona o a las circunstancias. La habilidad de hacerse responsable de los resultados empresariales es un privilegio de las personas poderosas.
7. Visión de coach: el directivo ha de ejercer como creador, generador y arquitecto de confianza. Debe tener la capacidad de ver a sus compañeros y colaboradores más grandes de lo que son, esto es, “en su potencialidad” y tratarlos en consecuencia.
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